Estuve leyendo sobre lo que les sucedió a los Legionarios de Cristo.
Siento compasión por todos ellos. Admiro su capacidad de mantenerse unidos en la fé a pesar de tan grande adversidad.
Finalmente, creo que a pesar de todo el dolor y todo el daño causado esto va a servir para que en la Iglesia haya cambios favorables que en el futuro eviten situaciones parecidas. Los nuevos reglamentos y formas de proceder ayudarán a que en Ella -- y en el mundo --, se pueda vivir un poco más cerca del ideal del Reino de los Cielos. Yo sé que no sólo es un ideal inalcanzable, sino un camino trazado hacia una meta a la que tenemos la esperanza de llegar gracias a la Divina Misericordia. Pidámosle a la Santísima Virgen, Reina del Cielo que ella nos ponga en las manos de su divino Hijo Jesucristo.
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