viernes, 12 de octubre de 2012

Papel y lugar de la democracia.

Según Aristóteles, las formas posibles de gobierno son (de su tratado sobre Política):

    A) Legítimas (que buscan el bien común):
          1. Monarquía (gobierno de una sola persona).
          2. Aristocracia (gobiernan pocas personas).
          3. República (gobiernan muchas personas).

    B) Ilegítimas (que buscan el bien particular):
          1. Tiranía (degradación de la monarquía).
          2. Oligarquía (degradación de la aristocracia).
          3. Demagogia (corrupción de la democracia).

Aristóteles define la monarquía como el gobierno de una sola persona, la más virtuosa y noble de la polis; la aristocracia como el gobierno de unos pocos (los más virtuosos) y la república como la mezcla entre una oligarquía (gobierno de los ricos) y una democracia (gobierno de los pobres).
Existe para Aristóteles una gradación entre las formas de gobierno. El más "divino" por lo justo pero también por la dificultad de su realización, es la monarquía. Le siguen la aristocracia y la república. La desviación del primer régimen es la peor forma de gobierno: la tiranía, seguido de la oligarquía. La desviación más moderada en cuanto a su corrupción es la democracia.
[Tomado de Wikipedia, artículo sobre Aristóteles]

Félix Varela y Morales (sacerdote católico cubano declarado "Siervo de Dios" y "Venerable" que vivió de 1788 a 1853) fue defensor de la democracia.

Aquí se puede ver una biografía suya interesante.

Me gustaría profundizar en sus obras para extraer de ahí una clara defensa de la democracia desde el punto de vista cristiano, porque la idea de la democracia la han tomado pensadores de todas las corrientes y escuelas y la han deformado a su gusto. (Eso sin contar que también ha sido tomada por "no-pensadores").

Debemos estar agradecidos que haya naciones --en este caso como los Estados Unidos--, en las que se ha procurado mantener un sistema democrático. Con mayores o menores dificultades y limitaciones, pero se ha logrado permitir que la población viva en un ambiente de libertad y en que las minorías puedan gozar de los mismos derechos que las mayorías, tales como la libertad de expresión, el respeto a su vida y a sus propiedades, la libertad de conciencia, de tránsito y de reunión con fines legales, etc.

Gracias a que existen este tipo de naciones personas que en sus pueblos han visto limitadas sus libertades, ahí (aquí) tienen más oportunidades para desarrollarse libremente. Incluso personas que en sus lugares de origen eran enemigas naturales, aquí se convierten en pacíficos vecinos. O personas que en sus lugares de origen nunca tendrían un status social respetable, aquí pueden ser igual que los demás en los aspectos básicos.

Insisto, debemos estar agradecidos que exista un país como los Estados Unidos en el que muchas personas han tenido la oportunidad de desarrollarse en los diferentes campos de la actividad humana, desde el económico, hasta el deportivo, cultural, científico, intelectual, etc.

Hasta ahora --y desde su fundación--, han aceptado y protegido a personas y familias de cualquier credo religioso o forma de pensar y ha sido respetado ese derecho a la libertad de conciencia de cada quien, como cada quien lo entienda, y ha establecido un sistema en el que todos pueden vivir pacíficamente a pesar de sus diferentes puntos de vista.

Pero hay quienes dicen que "lo bueno no dura". En este caso debemos estar muy pendientes de que esto "bueno" que ha durado por más de doscientos años no decaiga. Y tal parece ser que en estos momentos históricos se han encendido muchas luces rojas de alerta que señalan graves peligros para este sistema del que los habitantes de la nación que lo sostiene se han sentido tan orgullosas.

Yo puedo observar dos categorías de peligros: una que es la tendencia de las naciones modernas a imponer una sociedad secularista forzosa, y otra que es el decaimiento de la democracia en demagogia.

Soluciones a la vista: Una, defender como hasta ahora se ha hecho, los derechos de cada individuo a tener la religión o creencia que considere verdadera, sin imponer el secularismo de estado que va ganando terreno en las sociedades modernas.